La meditación llegó a mi después del yoga. Y el yoga se cruzó en mi vida cuando necesitaba más enfoque. Y si sigo tirando del hilo, llegaría a ¿cómo tomar las decisiones con claridad para mi equilibrio mental y emocional?
Pero hoy me voy a centrar en el stop. En ese momento en la vida, o en cualquier día de tu semana, que necesitas parar. No lo piensas, solo sabes que necesitas hacerlo.
Tomar aire, bajar un poco la velocidad, poner las manos en tu corazón, mirar con detalle por la ventana, escuchar más a tu familia, escuchar más a tu compañero de trabajo… hay muchas maneras de parar.
¿Pero para qué parar?
Para tomar conciencia de ti y de lo que necesitas para estar bien y en paz.
El ser humano, todos nosotros, buscamos dos cosas fundamentalmente: ser felices y evitar el sufrimiento. Así de simple, pero así de real. Debajo de todo, subyacen estas dos razones.
El estrés y las preocupaciones no nos dejan parar sino que nos llevan a una rueda de ratoncito en la que por muchas vueltas que des, siempre estarás en el mismo sitio. Es más, estarás agotado pero sin avanzar.
Y aquí viene el Stop, el parar, para volver a reconocer lo que te hace feliz y lo que te evita sufrir. A veces necesitas hacer una gran pausa, como fue mi caso, o en ocasiones solo necesitas cambiar algunos hábitos. Pero créeme, con la vida que llevamos, no hay otra que parar.
Lo más importante es tener la actitud. Si no eres consciente de todos sus beneficios y sigues pensando «yo no tengo tiempo para parar», no habrás despertado, no habrás entrado en contacto con tu conciencia del momento presente.
¿Y qué es esto Merche? ¿Me vas a tener meditando todos los días una hora?…
No 😆, solo te propongo que esos minutos que te regales para hacer tu Stop sean de verdad, que te atrevas a mirarte, qué te lances a observar y no a hacer nada, solo a sentirte. ¿Hace cuanto tiempo no te pones la mano en el corazón y lo sientes? ¿Hace cuanto no respirars de manera profunda y honda?
Te doy una buena noticia: si has leído mis palabras y has llegado hasta aquí, es que algo resuena en ti de todo lo que he dicho. Estás en el camino. Tienes ganas de concederte el regalo de una pausa.
Así que te comparto una minipráctica sencilla y eficaz:
- Regálate la intención de una pausa: busca un lugar tranquilo o ponte auriculares
- Te dices internamente: voy a regalarme un respiro (esto es lo más importante)
- Y siente el alivio de saber que no vas a hacer nada mal, lo hagas como lo hagas
- Ponte una mano en el corazón y la otra en el abdomen
- Cierra los ojos y respira profundamente 5 veces. Inhala y exhala sin tensar los hombros, profundo y muy lento. Cuando llegues a la cuarta respiración, prepárate para respirar la quinta vez con gusto, con calma, como cuando comes tu comida favorita y sabes que es el último bocado y te relames
- Abre los ojos despacio y sonríe agradecida, agradecido
¡Gracias por asomarte por aquí! Sol@ estoy bien. Acompañad@ estoy doblemente bien.